La experiencia de espacios nacientes que nacen en el aquí y ahora, desde un punto de atencional y psicológico, incluyendo realidades sutiles internas, como de cambio externo, asumiendo la impermanencia constante.

Se desarrolla a lo largo del tercer año de formación. Los estudiantes llevan a cabo diversas sesiones individuales como terapeutas y dirigen una sesión grupal de trabajo corporal, todo ello bajo la supervisión de terapeutas TCI del equipo docente del Espai TCI y de sus propios compañeros, de quienes reciben una devolución (feedback) al finalizar la práctica. Se potencia la conciencia de los puntos fuertes y débiles de cada estudiante como futuro terapeuta corporal integrativo.

Proporcionando una visión holística de la enfermedad y de su camino hacia la Salud, entendemos la integración de estas dos polaridades como una alineación entre mente, emoción y cuerpo. Con las herramientas que nos aporta la TCI trabajaremos el síntoma como desequilibrio y la salud como un estado armónico del ser.

Es el trabajo de introspección por excelencia. Utilizamos técnicas estáticas y dinámicas de centramiento, atención en el cuerpo y desarrollo de la sensibilidad, así como de la capacidad de estar en el presente.

Incluye trabajo terapéutico a través de la danza, el teatro, el movimiento y la musicoterapia. Con estos instrumentos podemos ampliar la conciencia y experiencia corporal, así como expresarnos en un espacio donde la terapia y lo lúdico se encuentran.

Durante la formación exploramos la sexualidad de un modo pluridisciplinar, en el que cabe tanto la aproximación reichiana y bioenergética, según el esquema de tensión – carga – descarga – distensión, como la visión tántrica. Nuestro enfoque abarca tanto la vivencia desde la salud como la exploración de la propia dificultad.

Realizamos un recorrido anatómico a través del cuerpo humano, de la mano de diversas técnicas de masaje, con un espacio exclusivo para este eje de la formación.

La teoría y práctica clínica de TCI incluyen el estudio de los carácteres bioenergéticos, que actualizamos a la luz de diversos autores y modelos, estableciendo un puente entre la diversidad del psiquismo humano y la morfología corporal, y asociándolos a la psicopatología clásica. A lo largo de los primeros dos años de formación se desarrolla un trabajo vivencial que aborda la génesis de cada carácter, así como la terapéutica más apropiada para cada uno de ellos.

La hiperventilación es un área técnica que dota al futuro terapeuta corporal integrativo de herramientas para «el acompañamiento necesario en la abreacción emocional, que se consigue en los estado modificados de conciencia inducidos por el trabajo profundo con la respiración.

Profundiza en estas dos técnicas terapéuticas que emplea la TCI. Estos ejercicios son una herramienta clave del futuro terapeuta corporal integrativo, que ayudan a la abreacción (apertura) emocional, que permite el desbloqueo de las emociones reprimidas, la reconexión con el instinto y, en última instancia, la ampliación de la conciencia.